Responsabilidad cósmica, ejemplo de los antiguos mexicanos. Entrevista con Antonio Velasco Piña.


Entrevista con Antonio Velasco Piña

Responsabilidad cósmica, ejemplo de los antiguos mexicanos.

Desde el primer sacerdote, hasta el último de los campesinos se sentía responsable no sólo de la tierra sino de todos los planetas.

Julio Gómez
La Jornada
www.jornada.unam.mx
26-diciembre-1989

Antonio Velasco Piña propone la actualización del antiguo pensamiento prehispánico y el uso de la historia como una herramienta para ampliar la conciencia. Su libro “Tlacaélel” rescata el auténtico forjador del imperio azteca, quien infundió en los tenochcas una vocación de grandeza y un sentido de responsabilidad, tanto local como universal, hacia la vida planetaria. De lo anterior se desprende la pregunta: ¿Cómo nos puede ayudar el pensamiento de los antiguos mexicanos para combatir los problemas del medio ambiente?

-Las civilizaciones prehispánicas supieron desarrollar en sus habitantes un alto sentido de responsabilidad cósmica. Esta es una de sus principales características. Es precisamente la que debemos actualizar.

El primer sacerdote, hasta el último de los campesinos, se sentía responsable no sólo de la Tierra, sino de todos los planetas. Esto se tradujo, no en teorías, sino en actividades muy concretas: construcción urbana de Tenochtitlan sobre un lago, medicina natural, dieta integral, preparación interdisciplinaria. Imaginemos lo que era la gran Tenochtitlan en medio de un gran lago que mantuvo la pureza de sus aguas. Esto fue posible gracias a la noble prudencia de sus habitantes, producto de un acto de prudencia de todos. De no haber sido así, el agua el agua se habría contaminado en corto plazo. Y si pudieron estar más de un siglo en ese mismo lugar, sin alterarlo, significa que todos se propusieron mantener el equilibrio ambiental. Ni basura, ni excremento se arrojaron al agua. Todo era sistemáticamente canalizado.

Actualmente hemos disociado nuestras concepciones filosóficas y religiosas de nuestra vida cotidiana. Los antiguos mexicanos actuaban de acuerdo a un vínculo entre los hechos y la creencia filosófica y religiosa. El sentido de responsabilidad cósmica que tenían nuestras culturas pasadas es, por tanto, lo que debemos recuperar ahora si queremos conservar el planeta. Y esta concepción no debe ser una teoría abstracta sino una serie de hechos concretos.

¿Qué puede hacer el grueso de la población, los ecologistas preocupados por la contaminación auditiva, visual, síquica, química del medio ambiente, si carecemos de los medios técnicos para detenerla? ¿Cómo estructurar otra forma de vida de aquí al año 2000?

-Se pueden hacer muchísimas cosas. Primero es importante estar concientes de que producimos un daño con nuestros hábitos y comportamiento cotidiano. Segundo, debemos organizarnos para impedir que este daño continúe. No son necesarios grandes recursos, ni medios sofisticados técnicos para lograrlo, aunque si son importantes. Las posibilidades de acción están en la presión ejercida sobre todos aquellos grupos económicos que son los directamente responsables de la contaminación. Utilizando medios pacíficos, cualquier tipo de acción es válida, desde plantones, protestas y boicots a la compra de artículos nocivos. Cualquier acto que sirva para presionar a estos grupos para que soluciones un problema determinado, es necesario. Estamos luchando por la sobrevivencia de la humanidad y del planeta. Deben prevalecer los intereses de la mayoría.

Actualmente observamos lo que son los hechos y el pensamiento del hombre contemporáneo. A lo largo y ancho del planeta está la huella de su total irresponsabilidad respecto a lo que atañe al medio ambiente. Hay una serie de objetivos motores que guían al hombre moderno, entre los cuales está principalmente la atención sobre la riqueza económica, sin importar el daño que ocasione. Esto explica la existencia de industria contaminante. La característica de nuestra época es la total inconciencia de cuanto nos rodea.

En virtud de que el problema es eminentemente humano, porque no sólo contaminan las industrias sino cada uno de nosotros individualmente, ¿qué ha sido primero, el huevo o la gallina? ¿En qué orden se trabaja la solución al problema: la armonía del hombre consigo mismo, la armonía del hombre con la naturaleza, la del hombre con los demás?

-Debemos atenderlo todo simultáneamente. No podemos esperar que primero el hombre logre conciliar un perfecto equilibrio interno y luego atienda el equilibrio con el medio ambiente mientras alcanza lo primero. Es paralelo; no procede por etapas. Se tiene que alternar ambos equilibrios porque el desorden interno se refleja en el caos externo. Conforme el hombre vaya logrando su desarrollo interno, los resultados se reflejarán en la armonía exterior.


-Antonio Velasco Piña se dedica de tiempo completo a la investigación y a la docencia histórica, entre otras actividades. Sus estudios se plasman en dos novelas de índole biográfico; “Tlacaélel”: el azteca entre los aztecas y “Regina”: 2 de octubre no se olvida. En 1980 participó como asesor histórico en la filmación del documento “El valle sagrado de Urubamba, cortometraje que fue galardonado con un Ariel y Premio Nacional de Periodismo como mejor reportaje cinematográfico del año.

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